- in Para Profes 10 by laescuelacoach
¿Y quién enseña a comunicar?
Estamos en la era de la comunicación. Nadie puede permitirse el lujo de ser un mal comunicador. Nadie. Nuestra sociedad camina hacia el sector servicios de cabeza, cada vez el peso del sector industrial es menor y ya no digamos el del sector agrícola y ganadero. Eso significa que los trabajos que en el mundo occidental sobrevivirán en el futuro serán aquellos que estén relacionados con los servicios a personas. Los que mejor se comuniquen serán los que mejores negocios harán. Es así de sencillo.
Pero ¿quién enseña eso ahora en las escuelas? Y no me refiero a que el alumno haga exposiciones orales ante la clase. Me ha sorprendido siempre cuando hablando con algunos compañeros de profesión me han contestado a esta inquietud diciéndome “yo les hago hacer exposiciones orales en clase”. Bien, muy bien, pero ¿quién les ha enseñado a hacerlas correctamente? A nadie se le ocurriría pedirle a un alumno que hiciera una suma si no se le hubiera enseñado a sumar, vamos creo yo. En cambio le pedimos al alumno que haga exposiciones orales sin enseñarle a hacerlas de manera satisfactoria. Resultado: esas exposiciones son una réplica aburrida y sin ningún criterio de eficacia comunicativa de otras igual de aburridas. Vamos mal.
A esto hay que darle no mucha sino muchísima importancia porque nos jugamos el A, B, C de las habilidades que se les pedirán a estas personas cuando entren en el mercado laboral de aquí a cuatro días.
¿Quién enseña a los alumnos en edad escolar a hablar en público? ¿Quién les enseña a estar en público? ¿Quién les enseña a analizar situaciones comunicativas concretas para reaccionar ante ellas? ¿Quién les enseña a hacer una presentación pública? ¿En quién delegamos esa responsabilidad?
Hoy en día la mayoría habremos asistido a reuniones, conferencias, cursos y demás en que el gran mérito del que presenta es que usa una presentación en diapositivas con Power point. Yo he de reconocer que cuando entro en una sala a la que voy a escuchar a alguien hablar lo primero que hago es mirar la mesa del presentador, si hay un proyector ya tiemblo. Desde aquí lanzo la idea de que haya que sacarse un carnet como el de conducir, no el de conducir coches, sino el de conducir materias peligrosas, para manejar Power point en público. ¡Cómo me he llegado a aburrir! No estoy caricaturizando, pero me he encontrado de todo: sucesiones de dispositivas ilegibles con una letra microscópica que en la pantalla quedaban chulísimas pero que luego a dos metros sólo un francotirador profesional podría ver; otras preciosas a dos colores en que la letra no contrasta nada de nada con el fondo; otras en que hay tantas que a mitad del acto ya empiezas a preocuparte por si hay alguna máquina de comida cerca porque llegas a dudar si algún día saldrás de allí; y la estrella de las presentaciones, aquella en que todo está escrito en la pantalla y el orador lo que hace es leerlo al auditorio. Me he sentido tan idiota escuchando como alguien me lee en voz alta lo que yo estoy leyendo en la pantalla. Todo eso qué significa, pues sencillamente que no es tan fácil hacerlo bien y que hará falta hacerlo mejor. No es difícil, sólo es cuestión de aplicar el sentido común, pero alguien tiene que enseñarlo porque suponer que eso se aprende solo ya se está demostrando cada día que es mucho suponer.
Podríamos hablar también de la expresión oral en público y de algunos detalles importantes como la postura corporal, el tono de voz, la entonación, el énfasis, etc. Verdad que es agradable cuando escuchamos a alguien que explica interesándonos en lo que explica; a alguien cuya voz seduce y vuela por encima del auditorio tocando a cada uno como si sólo hablara para esa persona; a alguien que sabe dominar los silencios; a alguien que maneja el humor y la seriedad en un mismo discurso; a alguien que se mueve por el escenario con soltura; pues ¿por qué no buscar la manera de que los que ahora están en el colegio llegue algún día que tengan ese valor añadido?
Jaume Josa. Febrero de 2011