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6 recomendaciones para tener un buen equipo de tutores
Ya hace días que quería abordar el tema de las tutorías porque es una de las tareas más importantes que se pueden hacer en los colegios y una de las menos valoradas. Un centro que le dé importancia a las tutorías, elija a las personas adecuadas para tener esa responsabilidad y les dé el suficiente soporte para que lo hagan muy bien desde la dirección del centro estará dando un valor añadido enorme a su labor de enseñanza. Una buena tutoría supone para el alumno la posibilidad de aprender mucho de sí mismo y la oportunidad de potenciar sus puntos fuertes y mejorar los que son más débiles. Un buen tutor, una buena tutora, pueden hacer que sus alumnos consigan resultados extraordinarios, es decir resultados literalmente fuera de lo que esperan. En cambio un tutor que no le dé imprtancia a su trabajo, que piense que es un «marrón» más, que no valore lo que sus alumnos pueden conseguir con su ayuda, que no piense qué es lo que puede y debe hacer en sus clases de tutoría o en las reuniones con los alumnos y sus familias es un freno a las posibilidades de desarrollo de todo el potencial que los que forman su equipo tienen.
Siempre que asesoro a algun colegio insisto en que es muy importante elegir a las personas correctas para esa labor que marcará tanto la diferencia entre unas escuelas y otras; incluso que la marcará dentro de un mismo colegio entre unas clases y otras. Ningún centro de enseñanza se puede permitir un solo tutor desmotivado, sin recursos y sin habilidades para hacer esta labor. No es una cuestión de «te ha tocado», es una cuestión de si aportará valor a esa función. Por desgracia en muchas escuelas a eso se le da muy poco valor y se dedica muy poca reflexión por parte del equipo directivo. Cuando eso ocurre el ambiente que flotará en la organización al respecto de la tutoría es que «toca a quien toca», con lo cual se transmite la idea de que es algo que no tiene excesiva importancia más allá de que lo marca la ley. Va a suponer que harás alguna reunión de padres en la que lo que se trata es de salir «vivo» de ella y que vas a ser el primero en pegar las broncas a los de tu grupo. Ah y sí, a final de evaluación pasarás las notas a una aplicación más o menos fácil. Vamos que lo puede hacer cualquiera. Y no es así.
Mis recomendaciones a los equipos directivos para que tengan el mejor equipo de tutores y el centro dé un salto de calidad inmediato y extraordinario son las siguientes:
- Definir un perfil de tutor para el colegio. Con cuatro o cinco características de actitud y habilidades bastará, pero tener esas cuatro o cinco será absolutamente innegociable.
- Fijar objetivos de centro por niveles educativos en el ámbito de la tutoría. Ninguna organización puede dejar en manos de la buena voluntad, de la iniciativa individual y de las ideas propias lo que es la tutoría del centro. Los valores que se definan en el ideario del centro han de ser compartidos y difundidos y eso se reflejará en los objetivos de centro en el ámbito de la tutoría. Los encargados de darles importancia y de transmitirlos serán las personas que formen el equipo de tutoría. Cuanto más claro quede lo que queremos conseguir -los objetivos de centro- más fácil será que cada uno pueda definir individualmente o en grupo iniciativas y estrategias concretas para conseguirlo.
- Compensar esa dedicación y valorar la importancia de su labor de manera adecuada. Ya sé que los colegios están muy preocupados por aspectos como que cuadren los números y las horas de clase. Pero si de verdad se quiere enviar a los alumnos y a sus familias el mensaje de que la tutoría es importante en el proyecto educativo de un centro, no solo hay que decirlo y repetirlo como un eslogan de un producto, sino que hay que demostrarlo dándole a las personas que tienen esa responsabilidad las herramientas de tiempo y retribución que sean las adecuadas. Reducciones horarias significativas, eliminación de otras tareas -como guardias de patio-, complementos económicos y valoración pública de su papel en la comunicación de la escuela, serán los elementos básicos de esta compensación justa. Si ser tutor supone unas ventajas para poder desarrollar una tarea que el centro considera clave, cada vez habrá más personas en el claustro de docentes que se preparen para querer ser tutor y aspirar a formar parte de ese equipo de élite del centro; si por el contrario el tutor es el tonto del bote, porque tiene las mismas horas de clase, ha de llenar un montón de papeles, ha de lidiar con broncas y marrones, hace las mismas guardias de patio que los que no lo son y cobra igual, ocurre que la sensación de que ser tutor es lo peor que te puede pasar es algo compartido por el profesorado. Si eso pasa hay que tener claro por parte de los equipos directivos que se está deteriorando la calidad de la orientación personal, se está bajando un escalón en el nivel del centro y se premia la desidia y el desinterés. Yo he escuchado en bastantes colegios en los que he estado como asesor externo «la solución para sacarte de encima el marrón de la tutoría es hacerlo muy mal, entonces ya no te la dan». Ya sé que esa es una actitud reprobable en un maestro, pero es la consecuencia de la actitud reprobable del que dirige sin tener en cuenta la importancia que tiene esta función en el valor añadido del centro.
- Darle apoyo institucional. Nunca un tutor debe sentirse solo ante los problemas que su función pueda suponer. De ahí que yo recomiende siempre que el equipo directivo esté detrás de la labor de tutoría y sea el respaldo absoluto a esa difícil labor llena de imprevistos, pero jamás la suplante. Que el que siempre tenga el voto de calidad sea el tutor del grupo o del alumno a la hora de tomar decisiones y que cuente con el apoyo incondicional de la dirección.
- Poner a su servicio herramientas para desarrollar su labor. Programaciones como las que nos aportan expertos, como Santiago Moll, por ejemplo; espacios adecuados a las actividades previstas; horarios que no castiguen la consideración de la tutoría como una parte importante de lo que el alumno debe aprender en su paso por el colegio; recursos de reciclaje constante; herramientas de comunicación; formación adecuada y actualizada; … Todo eso enviará un mensaje a la persona a la que se propone para ser tutor: detrás de ti está toda la organización y le damos mucha importancia a tu labor.
- Evaluar la labor realizada y el impacto en los alumnos. Proponerse objetivos no sirve absolutamente de nada más que de tranquilizador de conciencias si luego no se evalúan. Yo soy muy fan de la evaluación constante del trabajo de los profes. No para cortarle la cabeza a nadie, sino para darle pistas hacia su mejora constante.
Estas seis ideas han de permitir a los colegios a través de sus equipos directivos conseguir reunir un gran equipo de tutores que en un tiempo muy corto harán que el centro dé ese salto de calidad del que te hablaba antes. Son todas lógicas, dependen de la voluntad de las organizaciones y dan grandes resultados a nivel de comunicación.
Si la tutoría funciona muy bien, se convierte en la mejor estrategia de márqueting de un colegio.
Jaume Josa, enero de 2017