25 octubre, 2016

Cómo preparar exámenes útiles de verdad

Prfung schreiben¿Cómo puedes preparar exámenes útiles de verdad? Esa es una de las claves para que lo que trabajan tus alumnos cuando preparan un examen tenga mucho sentido para ellos, para ti y para lo que necesitan saber. En el siglo XX la educación preparaba para un mundo en que los que lideraban eran otros, no los que salían de las escuelas -al menos de las escuelas a las que la mayoría podíamos acceder- y eso hacía que nos prepararan para aceptar órdenes, tener poca iniciativa y estar siempre sujetos a que «nos pillaran«. Había que entrenar a los estudiantes a ser personas que aceptaran la autoridad sin discutirla, algo muy propio de la sociedad industrial, por eso tenía cierta lógica que todo estuviera basado en una frase «cuidado que te voy a pillar y cuando eso ocurra te la cargas«. En ese contexto que los exámenes fueran una especie de juego del escondite tenía cierta lógica. Pero ¿tiene algún sentido ese planteamiento en pleno siglo XXI?

Recuerdo que la mayoría de profes que he tenido en el colegio y en mi primera carrera en la universidad era absolutamente imposible que filtraran, ni por asomo, una sola de las preguntas de los exámenes. Había que adivinar lo que podía entrar, hacer apuestas o incluso me encontré con el caso de un profesor de Filología en la Universidad de Barcelona que evaluaba nueve meses de curso y decenas de obras del temario haciendo un sorteo de dos de ellas en un examen a final de curso. El aula llena con más de cien alumnos, él con una lista de las más de 40 obras literarias que entraban a examen y le pedía a una chica que dijera dos números. Cuando se supieron las obras literarias que habían salido en el sorteo hubo casi treinta compañeros que se levantaron y salieron del examen, acababan de fallar su apuesta; los habían pillado. En ese juego del escondite habían perdido: a repetir.

Pero estamos en el siglo XXI. Ya hemos dado el salto a la sociedad de la información y la comunicación y es ahora cuando se pone a prueba el sistema de exámenes que los profes utilizamos en clase. Es en este contexto en el que voy a plantearte algunas preguntas para que reflexiones. Para que esto sea útil te pido que dejes de lado a tus profes del pasado y todas tus creencias sobre cómo han de ser los exámenes en función de cómo han sido los que tú has hecho hasta ahora. ¿Preparado, profe?

¿Es importante lo importante?

¿Te interesa pillar a tus alumnos con lo que no se esperan?

¿Eres el juez de tus alumnos o formas parte de su equipo?

¿Qué es evaluar en el siglo XXI?

Con estas cuatro preguntas es suficiente. Espero que te ayuden a pensar en la función de los exámenes.

Para terminar este post y para ayudarte en esa reflexión me permito aportar algunas ideas que espero que te ayuden a preparar exámenes más útiles desde hoy mismo.

  • Si lo importante es importante, recálcalo muchas veces en clase y diles que eso seguro que lo vas a preguntar. Eso dispara su interés por prestarte atención; envía el mensaje de que tú formas parte de su equipo y no juegas contra ellos; les ayuda a estudiar lo que es más útil; consolida lo que es importante. Yo incluso animo a mis alumnos a que se lo anoten en la agenda.
  • Adapta el tipo de preguntas a lo que quieres que aprendan. Si buscas reflexión porque para su trabajo es importante, no te plantees exámenes en que solo se valora «vomitar» algo de memoria; si quieres que demuestren un alto grado de integración de lo que han aprendido, haz preguntas cortas y con poco tiempo de respuesta, para demostrar el automatismo de lo que saben; si quieres que sepan encontrar los matices entre respuestas similares, utiliza exámenes de multirespuesta; si quieres valorar su capacidad de expresión, haz que tengan que redactar y luego valora la ortografía y la expresión en la nota… Es decir, plantéate qué objetivo tienes con el examen y encuentra la estrategia para conseguirlo.
  • Deja el tiempo adecuado. Cuando calculas mal el tiempo de un examen estás perjudicando a los alumnos ya que la precipitación hará que sus resultados sean mucho peores. Me he tenido que esperar muchísimas veces para entrar en un aula donde un profe había puesto un examen y la mayoría no lo había terminado, el profe les metía prisa para terminar y la crispación y la falta de reflexión se veían con tanta claridad que eran evidentes, pero dudo que el profe eso lo tenga en cuenta cuando corrige. Si la mayoría no lo ha terminado, es que te has equivocado con el tiempo que has dado, amigo.
  • No te lo tomes todo como algo personal. Especialmente al corregir. He visto muchas veces a profes que cuando corrigen se van «calentando», las notas que escriben en las preguntas son cada vez de trazo más crispado, resoplan, murmuran, se exaltan por lo que para ellos son errores gravísimos… y, en resumen, se lo toman como algo personal, como si fuera una especie de confabulación de los alumnos para amargarle el día. No es así, eso está claro. Tus alumnos tienen más interés que tú en aprobar los exámenes -si has hecho el trabajo previo de convencerles de que no será un mecanismo de tortura sino solo de evaluación y has dejado claro, con tus palabras y tu comunicación, que no vas a cazarlos-, se equivocan, como todos, pero no es contra ti. Crisparte va en contra de tu salud y de la evaluación objetiva, así que no ayuda a nadie.

Por último tres recomendaciones que te ayudarán aún más:

La primera, revisa siempre las tendencias que marcan las respuestas de tus alumnos. Si una pregunta la han tenido mal la mayoría, yo lo que me planteo primero que nada es que eso lo he explicado muy mal, no que todos son tontos. Es más fácil y me permite rectificar en mi área de responsabilidad.

La segunda, pon los resultados en su contexto. Cada alumno es distinto, por tanto, esperar el mismo resultado para todos es algo innecesario. Puede ser que un 4 sobre 10 sea una gran nota para alguien que estaba en un nivel 0 y que un 9 sea un resultado muy pobre para alguien que ya tenía ese 9. Valorar eso en clase, en público y particularmente hará que tus alumnos se sientan mirados, se sientan individualizados y eso hará que comprendan que cada uno es distinto y que tú eres capaz de verlo y darle valor a su trabajo y a su esfuerzo.

La tercera, no vendas mal tu examen. Si dices que va a ser muy difícil, lo que probablemente consigas es que la mayoría se predisponga negativamente hacia la preparación de esa prueba. Si, en cambio, les dices que es un examen «importante» y que lo responderán sin problemas «preparando bien lo que tú has dicho que era importante» y que confíen en «que hemos hecho un buen trabajo», les envías tres mensajes que les darán confianza y los animarán a conseguir el resultado que quieran conseguir.

Ponles objetivo a tus exámenes y verás cómo eso los hace mucho más útiles.

Jaume Josa, octubre de 2016

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