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Cómo hacer que tus alumnos te evalúen y todos salgáis ganando
Ya he hablado en algún otro post sobrelo importante que es autoevaluar tu trabajo como profe. Pero, no nos engañemos, nosotros no tenemos el don de la objetividad cuando hablamos de nosotros mismos y de lo que hacemos. O nos pasamos de positivos y lo vemos todo bien; o, al revés, lo vemos todo mal y nos damos unos palos que no veas; la tercera opción es que justificamos todo lo que hacemos y lo que no hacemos con esas excusas con las que estamos tan familiarizados.
Así que nos hace falta contar con un evaluador externo para que nos examine. Prepárate, lo que te diré no te va a gustar. Estás avisado.
Ya te imaginas, conociéndome, por dónde voy. Lo sé. ¿Quién es el que voy a proponer que te examine? ¡Exactamente! Tus alumnos (Lo pone en el título, ya lo has visto.)
En muchos coles pasan a final de curso, o más o menos a final de curso, una encuesta de valoración de los profes, en las que se evalúan distintos aspectos de la tarea del que da las clases. Eso en el mejor de los casos da unos resultados numéricos que alguien del cole -alguien del equipo directivo o del departamento de calidad, si lo hay- interpreta y proporciona esa información, de manera más o menos digerida, a cada miembro del claustro. Quizás en algún cole eso se hace público, pero imagino que, en la mayoría de casos, no es así para que nadie se moleste, se incomode y se lo tome mal. Me había propuesto no valorar eso, pero no puedo resistirme. Yo creo que no hacerlos públicos es una hiperprotección que los profes no necesitamos. Queda dicho. Pero vamos a lo que toca. Eso está bien, pero tiene poco resultado. El profe al que le han dicho que sus alumnos valoran muy mal algún aspecto ya tiene a la vuelta de la esquina las vacaciones y está ya pensando en “Ufff me los saco de encima.”; muchos piensan “A ver si, con un poco de suerte, los del año que viene son distintos.” Y yo aquí añadiría “¡Eso! A ver si con un poco de suerte no te arrancan la cabeza, porque si los de este año ya veían mal alguna cosa de las que haces y no la cambias, los del año que viene aún la verán peor.”
Mi propuesta es totalmente distinta y complementaria a esta, así que no necesitas convencer a nadie de la dirección para hacerlo. No te valdrá esta excusa.
Lo que te propongo es que al final de cada evaluación, cuando ya has entregado las notas -¡Sino, estás haciendo trampas!- hagas una sesión para que tus alumnos en cada clase te evalúen de alguna forma. Puedes hacerlo como mejor te parezca, pero cuanto más personal sea, mejor y cuanto más en grupo lo hagan, pues mucho mejor todavía. Te recomiendo también que lo hagas de una forma distinta en cada evaluación, así aprenden distintas maneras de valorar y ser críticos, algo que es muy útil para su vida personal y profesional.
Por ejemplo, a final de primera evaluación les pido que se pongan en grupos de cuatro, más o menos, cuando se han juntado como les ha dado la gana -es decir con sus amiguetes- les hago volver a agruparse de cuatro en cuatro, pero no pueden estar con ninguno de los que se habían sentado antes. Así consigo que las opiniones no sean las que ya saben, sino distintas. Entonces les pido que elaboren dos listas, una con las 7/8 cosas que hemos hecho en mi clase que menos les han gustado y otra con el mismo número de las que les han gustado y les han parecido más interesantes. Yo salgo del aula y les dejo unos 20 minutos. Tranquilízate, nadie ha muerto, y lo he hecho en la ESO, bachillerato y ciclos formativos. Si quieres te quedas, eso es cosa tuya, pero no influyas, así que ponte lejos. Una vez han llegado a una lista acordada y lo han discutido, les hago que lo hablen entre todos los grupos y lleguen a las 10 cosas que consideran que debo potenciar y a las 10 que debo cambiar. Una vez decididas, un portavoz las expone, yo tomo nota, sin justificarme de nada, sin buscar excusas, simplemente les doy las gracias y me comprometo a tenerlo en cuenta en la evaluación que empieza al día siguiente.
A final de la próxima evaluación haré otra sesión de evaluación similar en que, por ejemplo, valorarán lo que ha ocurrido con la lista de la primera evaluación y me darán alguna recomendación sobre alguna estrategia que en otra clase puede ser que hagan y que piensan que yo podría incluir en la mía. Yo tomo nota y me comprometo a probarlo en la siguiente evaluación.
Y llegamos a final de curso donde les puedo invitar a un debate entre todos o a una valoración individual escrita en que les animo a redactar un texto argumentativo sobre lo que piensan de mi actuación como profe y de mis clases.
Con esto conseguimos varias cosas:
- Los cambios son inmediatos y su crítica la aprovecharán a los pocos días de haberla hecho.
- Creamos un clima de confianza, imprescindible para fomentar el trabajo en equipo. Si yo valoro su trabajo la mayor parte de las veces, por qué mis alumnos no pueden valorar el mío al menos tres veces al año.
- Aprenden a ser críticos y a expresarlo correctamente.
- Discuten y debaten y así escuchan distintos puntos de vista.
- Conseguimos que la dinámica de las clases se ajuste más a su interés.
- Reforzamos el papel de todos como protagonistas del proceso de aprendizaje (del mío también).
- Refuerzan mi capacidad de aceptar la crítica y de valorarla como algo positivo, aunque a veces no sea positiva.
Como siempre digo, amplía tú la lista de las ventajas y olvídate de los inconvenientes. Si en el primer trimestre te dicen que has de mejorar muchas cosas, no te deprimas, ni te enfades, cámbialas y te los meterás en el bolsillo.
Te va a costar, pero será divertido y muy útil.
Jaume Josa, mayo 2016