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9 actitudes del profe 10 para convertir la evaluación en una herramienta de cohesión y motivación
La evaluación del trabajo de nuestros alumnos es algo extraordinariamente importante en el proceso de formación. Los profes debemos ser muy conscientes que evaluar de manera correcta y precisa aquello que hace el alumno en nuestras clases tiene un efecto enorme en diversos aspectos de la relación que tiene con nosotros y con la asignatura. Cuando un profe se acerca a mí y me hace consultas sobre cómo podría encontrar estrategias para que sus alumnos estuvieran más motivados, siempre hago preguntas sobre cómo evalúa lo que estos hacen. Una evaluación debe estar pensada para provocar la motivación de la misma manera que la dinámica de las clases. Además las notas refuerzan o deterioran los vínculos entre los miembros del equipo que forman profe y alumnos y, por tanto, eso hay que tenerlo en cuenta. Como muchas veces digo, si trabajas en equipo debes demostrar que mereces formar parte de él.
Vamos a ver algunos aspectos de la evaluación que debes tener en cuenta para que se convierta en una herramienta de cohesión del grupo y en un disparador de la motivación para cada uno de tus alumnos.
- Aclara siempre qué es lo que valorarás más en cada ejercicio que hagan. Por fácil que parezca, por trascendental que sea, por claro que creas que está, siempre aclara antes de empezar qué es lo que más valorarás. Yo siempre lo escribo en la pizarra o, en caso de las formaciones on line, lo subrayo en un correo específico. Si quieres que le presten atención, insiste en lo importante. Recuerda que no jugamos al escondite con nuestros alumnos, como te decía en un post en que hablábamos de los exámenes.
- Corrige siempre con el máximo de atención. «Quid pro quo» que diría Aníbal Lechter en «El silencio de los corderos». Si quieres máxima atención por su parte cuando hagan los exámenes o las actividades de clase, tú también debes dársela. Eso significa que jamás corrijas nada deprisa y corriendo o te equivocarás más de la cuenta. Tiempo de calidad para correcciones de calidad.
- Pon anotaciones que se entiendan. Una corrección tiene un objetivo además del simple de poner una nota, el de conseguir una rectificación en el alumno. Que a la próxima lo haga mejor. Así aprenden nuestros alumnos a jugar con los videojuegos, no lo olvides. Por tanto, las actividades y exámenes siempre tendrían que tener una segunda oportunidad de mejorarlos, sino lo que hacemos es hablarles en un lenguaje que no entienden los chicos y chicas que tenemos sentados en las aulas. Frente al «te la estás jugando», ellos están más predispuestos al «vuelve a empezar la partida». Si quieres que mejoren, adáptate a su manera de aprender y verás los resultados. ¡Ojo con tu letra en las anotaciones! Una letra precipitada y convertida en garabato indica poca preocupación por facilitar que el mensaje llegue, indica desinterés por la otra persona ya que le obligas a hacer un esfuerzo para entenderte, indica incluso enfado. ¿De verdad piensas que todas esas emociones son útiles a la hora de valorar el trabajo de otra persona?
- No ridiculices las respuestas de tus alumnos. He estado muchas veces en salas de profes con compañeros míos corrigiendo sus exámenes y rara ha sido la vez en que nadie ha comentado nada de lo que se encontraba escrito por sus alumnos. Si tu alumno dice una tontería en un examen es sencillamente porque no ha entendido que eso era una tontería. Nadie hace chistes en un examen. ¿De quién es la responsabilidad de que de eso no tenga ni idea? Esa es la primera pregunta que hay que hacerse. ¡Ojo que no digo que sea tuya! Pero, a lo mejor, ese alumno faltó el día que tú lo explicaste e improvisó; a lo mejor, antes no ha reflexionado sobre eso; o tú no le diste demasiada importancia en clase a aclarar algo así porque pensaste que era absurdo que alguien dijese esa tontería. No tengo ni idea de lo que ha pasado, pero algo ha ocurrido para que te encuentres eso en el examen. ¿Cuáles son tus opciones una vez te lo encuentras? ¿Comentarlo a viva voz entre otros profes para que estos piensen que ese alumno es tonto? ¿Te ayuda eso? ¿Y a tu alumno, lo ayuda? Yo apostaría por indicar en el examen que eso está mal, por supuesto, sin aspavientos gráficos tipo signos de admiración, recuadros en rojo, mayúsculas y otras lindezas, y cuando se lo entregara al alumno, de manera discreta le pediría que me explicara su respuesta. Añadiría una cara de sorpresa cuando lo hiciera, eso le diría que me parece increible que alguien como él o ella cometa un error de ese calibre. Si me sorprendo de un error así es porque tengo mucha fe en que no es propio de alguien que tengo en mi equipo. Su respuesta me ayudará a saber qué és lo que ha pasado y, si depende de mí evitar que vuelva a suceder, ya habré conseguido un factor de mejora en mis clases.
- Valora el resultado que alguien obtiene en su justa medida y, si hace falta, dilo públicamente. Cuando estudiaba inglés en el Instituto Norteamericano de Barcelona, hace unos mil años más o menos, recuerdo que los trabajos que hacíamos en clase y los profes corregían siempre los entregaban generando un crescendo. Primero daban las notas más bajas o menos significativas, siempre con una sonrisa y una recomendación personalizadas breve y clara «Revisa esto», «Mira el enunciado», «Repasa lo otro», … Posteriormente iban entregando las notas mejores hasta acabar con aquellas que se evaluaban con una A+, que publicamente elogiaban ante todo el grupo. Eso me gustó siempre. En muchas aulas de algunas etapas educativas los alumnos menos «populares» entre sus compañeros son los que obtienen mejores notas. Son vistos por los demás como bichos raros; tengo comprobadísimo que cuando el profe cambia su manera de entregar las notas y elogia públicamente a los que las han obtenido eso cambia radicalmente. Pruébalo y verás.
- Valora no solo un número sino una mejora. Yo he llegado a dejar para el final una nota de 4 y a elogiarla como si hubiera obtenido un 10 porque el esfuerzo de esa persona para conseguir ese 4 ha sido titánico y eso hay que valorarlo. Sí que es verdad que no llega a 5, ¡todavía!, pero si le cargo las pilas lo suficiente estoy seguro de que no verá ese 4 como un fracaso más, sino como el trampolín para seguir subiendo peldaños. En cambio, suelo hacer recriminaciones discretas a aquellos alumnos que se acomodan en su nota, aunque sea muy alta, y no la mejoran. Esa es mi idea de atención a la diversidad en la evaluación.
- Si algo no lo vas a valorar, no lo pidas. Deberíamos hablar aquí de los deberes, pero se puede extender a cualquier ejercicio. Si algo no piensas corregirlo no te lo lleves del aula, que quede muy claro que no lo vas a evaluar. Ha sido un entrenamiento sin nota. No pasa nada. Es útil y tiene de bueno que el alumno trabaja sin ningún tipo de presión. Pero si algo lo pides de manera inexcusable deberás encontrar tiempo para corregirlo de manera personalizada. Eso significa que te plantees si pones lo que se conoce como deberes. ¿Te lo llevarás a casa y lo corregirás de manera personalizada? Si la respuesta es sí, vale, hazlo. Tú sabrás cómo quieres que sea tu vida entre montañas de ejercicios para corregir cada día… un consejo: búscate una pareja poco exigente porque una que lo sea acabará abandonándote. Si la rspuesta es no, plantéate si vale la pena pedírselo. ¿Qué utilidad van a tener? ¿Evaluarás solamente los que salgan a la pizarra? ¿Vas a valorar solamente si los han hecho o no sin fijarte en el contenido? Hace tiempo trabajé con un profe que ponía deberes cada día a sus alumnos de bachillerato. Muchos. Cada día les preguntaba si los habían hecho y si la respuesta era no, les ponía un cero. Al llegar a final de evaluación había alumnos con 20 ceros en la libreta de notas. Si esas notas efectivamente valían cero, esos alumnos no tenían la más mínima posibilidad de aprobar la asignatura, con lo cual tenía muchísimos problemas de disciplina y comportamiento en sus clases. Lógico cuando el alumno ya tiene claro que haga lo que haga no aprobará. Pero al final les daba la oportunidad de recuperar haciendo un examen. ¿Qué es lo que ocurría entonces? Que los que hacían los deberes eran sencillamente unos pringados porque era mucho más fácil tocarse las narices todos los días del curso menos los de los exámenes de recuperación y acabar aprobando sin hacer la montaña de deberes que él seguia mandando cada día. Dinámica de clases aburrida, mal rollo, nadie quería estar en su equipo, alumnos desmotivados y desinterés por el contenido de la asignatura. Un desastre.
- Corrige en verde. No uses el rojo. Ya sé que te parece una tontería. Pero lo cambiará casi todo. En mis páginas web jamás pongo para pagar algo el botón en rojo, está demostrado que a las personas nos cuesta más hacer clic sobre algo que está en rojo. Es lo que se llama «connotaciones negativas», de peligro exactamente. Si en tu examen hay muchas anotaciones en rojo tu alumn te verá como «peligro». ¿Te interesa eso si quieres que su reacción sea la de mejorar? Si, en cambio, anotas todo en verde, las connotaciones positivas estarán allí. Pruébalo y ya me dirás.
- Y la última: jura sobre tu libro más sagrado que jamás pondrás una V de «visto» en un trabajo de un alumno. Si le has pedido un esfuerzo a tu alumno, exígetelo a ti mismo. Yo creo que el profe que pone una V de «visto» en un trabajo de un alumno debería dejar la profesión ese mismo día porque es una falta de respeto a los que debería liderar y eso me parece intolerable,
Jaume Josa, enero de 2017