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5 preguntas que una escuela ( o un profe) debe hacerse antes de empezar un proyecto
Ahora mismo estoy ultimando una conferencia que doy esta tarde en una jornada organizada por Ieducando, uno de los partners más importantes de Google y expertos en tecnología para la educación, que se celebra en Barcelona y en la que voy a hablar de la Nueva comunicación en las aulas del siglo XXI. Llevo ya unos 15 días dándole vueltas al tema y trabajando a la vez en mi nuevo e-book que tendrás pronto en La Escuela Coach y todo me ha llevado a plantearme cómo deberemos afrontar la comunicación los educadores en las aulas de este siglo.
Preparando, preparando, me encontré con un artículo muy interesante de Miguel Ujeda, director pedagógico de Ieducando en que dice algo que me parece fundamental y que yo también digo siempre en mis charlas y cursos. Refiriéndose a las ocurrencias que ahora aparecen y aparecerán en educación dice “No es que sean malas ocurrencias, pero no tienen vocación de quedarse mucho tiempo y fuerzan a los centros y sus educadores a un tránsito hacia no se sabe dónde”.
Ojo con el riesgo de empezar a cambiar para acabar igual. ¡Ojo con los giros de 360 grados!
En este sentido yo te propongo hoy que reflexionemos sobre 5 preguntas que te ayudarán muchísimo a no cometer ese error y a enfrentarte a cualquier proyecto de cambio con la reflexión previa que te evitará trabajo inútil y te llevará al éxito.
Vamos con las cinco preguntas…
- ¿Para qué vas a cambiar lo que sea?
Por mi trabajo en procesos de coaching soy un convencido de la extraordinaria importancia de tener claro un objetivo antes de ponerse a trabajar en lo que sea. Si un centro, un profe o un alumno se plantea hacer algo distinto ha de saber, antes que nada, para qué lo va a hacer. Qué es lo que quiere conseguir. Si tenemos claro eso, el camino va a ser más fácil. Cambiar por cambiar solo tranquiliza conciencias y, en la mayoría de casos, supone mucho trabajo, que, como no acaba mejorando nada, luego genera frustración, desencanto y desgaste para el siguiente proyecto. Así que…
Antes de dar un paso pregúntate si sabes a dónde quieres ir.
- ¿A quién beneficia?
En esto de la educación hay que empezar a tener muy claro -de verdad, no solo de boquilla-, que hablamos de un macro proyecto en equipo. Cuando se trabaja en equipo hay que tener la premisa de que ganamos todos o perdemos todos. Si al final de lo que sea no es así, es que alguien no formaba parte del equipo. Por tanto, en educación, creo que es muy importante que cualquier cambio o proyecto que tengamos sobre la mesa beneficie a todas las partes: alumnos, equipos de profes, instituciones educativas, familias y sociedad. No vale que alguien pague el pato, vamos “a escote”, es decir, cada uno paga una parte porque todos vamos a comer pato.
Por ejemplo, durante años a los profes les ha caído todo y a las familias cada vez menos. Los profes tenían que ser superwoman o, como poco, James Bond o McGiver; teníamos que saber de todo y éramos responsables de todo. Si un padre al volante se saltaba un semáforo, nosotros teníamos la culpa porque en clase no habíamos tratado educación vial; si no tratábamos en clase cómo se ponía un preservativo, eso podía quedar en el limbo de las cosas que no se sabe cómo se aprenden. Cuando pasaba esto los profes se vengaban de las familias poniendo un montón de deberes que los padres tenían que controlar en casa de manera que les pasaban parte de su responsabilidad. En lugar de unganar todos, esto era un perder todos. Tú me obligas a explicar lo del preservativo, yo te paso explicar las derivadas. ¡Toma! Y en medio, los que se llevaban las bofetadas eran los alumnos, en teoría aquel en quien todos pensamos. Pero la cosa no acababa aquí, porque ese sistema incrementa el fracaso escolar y entonces le pasamos el problema al monstruo anónimo de la sociedad y le decimos que resuelva el tema de los “ni-ni”. Genial, amigos. Si esto es un equipo, que venga Mourinho y lo vea.
No. Si vamos a proponer cambios y a empezar proyectos que sepamos que todos los que forman el equipo van a salir beneficiados. Si alguien pringa, vamos mal.
- Lo que conseguirás ¿tiene que ver con el siglo XXI?
Una pregunta clave es esta. Estamos en el siglo XXI, sí, en educación también. Nuestro público es del siglo XXI, la tecnología es del siglo XXI, los cambios son del siglo XXI y las circunstancias de formación y trabajo que se encontrarán nuestros alumnos serán del siglo XXI. Si lo que promovemos nos lleva a algo que en el siglo XXI no será útil y no generará valor añadido, es que no hay que hacerlo. Va a ser una pérdida de tiempo y de esfuerzo. Hagamos la reflexión previa de qué necesitan nuestros alumnos en la época en que viven. Una vez lo tengamos claro, centrémonos en dárselo de una forma u otra y el que dé cosas utilísimas, pero del siglo XX, que se siente en el banquillo y espere el partido de homenaje por su retirada.
Como equipo necesitamos esta reflexión. Si queremos fomentar la creación de ideas, dejemos de decir lo que hay que hacer; si queremos facilitar los distintos criterios, habilitemos clases con estructuras abiertas; si buscamos que entiendan el valor del trabajo en equipo -y así no metan la pata como lo hemos hecho la generación anterior-, enseñemos que trabajar en equipo tiene premio; si buscamos que confíen en nosotros, no se la juguemos jamás; si queremos que sean personas con autoestima, valoremos lo que saben hacer por encima de si es lo que queremos que sepan hacer; si queremos que se esfuercen mucho, planteémosles retos interesantes, no deberes repetitivos de fábrica textil del siglo XIX… Podría ser esta una lista interminable de condiciones. Sigue tú.
- ¿Fomenta la satisfacción personal?
Las empresas que más cuidan la satisfacción de su cliente exterior, pero a la vez la de su cliente interior son las que más facturan.
Esta afirmación es cierta en el siglo XXI y ya lo dijo Tom Peters, uno de los gurús del márquetin hace bastante tiempo. Estoy más feliz que una perdiz porque una escuela importante me ha contratado para asesorar a la dirección y al equipo de profes en el proceso de conseguir mejorar los resultados de los alumnos a partir de la satisfacción personal y profesional de los profes. Cuando la directora me lo planteó casi salto de la silla y doy dos saltos mortales atrás con tirabuzón. Por fin estamos comprendiendo que trabajamos con material sensible, las personas, nuestros alumnos, y que para hacerlo debemos sentirnos muy bien tratados, muy valorados y nada exprimidos. Que necesitamos recursos como el tiempo y que es imprescindible que no nos falte la ilusión. Todo eso no lo conseguiremos sin una estrategia de empresa, de organización, dirigida a conseguirlo. Si los expertos en educación tienen satisfacción personal, ¿qué es lo que transmitirán a sus alumnos? ¡EXACTO! Satisfacción, y en el siglo XXI eso les dará un valor añadido que hará crecer su potencial hasta lo increíble, literalmente. ¡Estamos animando a nuestros alumnos a su satisfacción personal! ¿Qué familia no compraría eso? Y que quede claro que no estoy hablando de que su satisfacción personal pase por tocarse las narices, sino todo lo contrario por trabajar mucho en una vida que sea muy interesante.
- ¿Qué dejarás de hacer para hacer lo que te propones?
Muy importante. Cuando un equipo se plantea un proyecto nuevo ha de tener muy claro que algo tendrá que dejar de hacer. Es muy fácil para los que dirigen añadir cada año alguna cosa más como si la capacidad de gestión fuera infinita, como si el tiempo fuera un chicle que se estirara.
Líderes del siglo XXI, los miembros de vuestros equipos tienen como todo el mundo 1550 minutos cada día, si queréis que hagan algo, será a costa de algo. Ah y ese algo no puede ser su vida personal o no tendréis personas que trabajan con entusiasmo por algo, tendréis esclavos o, algo peor, zombis.
¿Quieres que tu escuela sea The Walking Dead?
Jaume Josa, mayo de 2016.