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5 actitudes del profe 10 para despertar el interés de tus alumnos
Añadimos 5 actitudes que como profe puedes adoptar en tus clases a las cuatro que te recomendaba en un post anterior para desarrollar el talento de tus alumnos. Estas 5 que veremos hoy están pensadas para que captes el interés de tus alumnos desde tu personalidad. Los profes que hacen esto que te voy a recomendar consiguen que sus alumnos maten por ellos, en sentido figurado, claro. Y eso hace que se interesen más por sus clases, estén más atentos, se impliquen mejor en lo que proponen y además, en consecuencia, obtengan mejores resultados, que es de lo que se trata. De lo que te voy a hablar no es de teoría sino de práctica. Ya sabes que a mí la formación me gusta que sea práctica, útil y divertida. Te hablo no de lo que yo pienso que es mejor para conseguir interés, sino de lo que hacemos los profes que conseguimos captar y retener el interés de nuestros alumnos. Copia y verás los resultados.
Soy de los que piensa que generar vínculos emocionales con los que forman nuestros equipos da resultados extraordinarios. Sé que eso es algo que se puede discutir, pero en los casos en que yo lo he aplicado me ha dado muy buenos resultados. No se trata de convertirte en el amigo de tus alumnos, ni mucho menos en el padre o el colega. Se trata de que entre tú y los que forman tu equipo (tus alumnos forman uno de tus equipos, no lo olvides) se cree un vínvulo emocional, que se puede basar en la atención, el respeto y la colaboración. Te pondré un ejemplo para ilustrar lo que digo y que no tiene que ver con el ámbito de la enseñanza pero me parece muy gráfico:
Hace ya algunos años asesoré a un grupo de personas de una gran empresa que tenían la función de ser los responsables de prevención de accidentes laborales en el mantenimiento del Aeropuerto de Barcelona. No había manera de que consiguieran que los trabajadores que tenían a su cargo se comprometieran con las medidas de seguridad que la ley dictaba. Eso generaba accidentes constantes, gastos enormes, pérdidas humanas incluso y además suponía una preocupación enorme para la empresa y reducía el funcionamiento eficaz de sus trabajadores. Total, una situación muy complicada. Lo que me decían los responsables es que los trabajadores «pasaban de todo», «no hay manera de que entiendan nada relacionado con la seguridad», «les da igual tener un accidente que no tenerlo», «antes de ponerse el caso o las botas prefieren perder una pierna que pasar calor» y muchos comentarios más todos de similar tono. Lo primero que hicimos fue analizar el origen de esas personas que tenían esa despreocupación por las medidas de seguridad. Conocer a los que forman tus equipos es esencial. La mayor parte de ellos llegaban de países árabes, de china y algunos de países latinoamericanos. Todos ellos habían hecho esos trabajos antes sin las medidas de seguridades que ahora se les exigía. Eso suponía que ya tenían claros los riesgos que su trabajo comportaba y los asumían normalmente, de ahí que no les preocupara lo más mínimo la seguridad «exagerada» que consideraban que se les imponía. Ellos ya tenían «descontado» que su trabajo comportaba esos riesgos, incluso que podían perder la vida, así que todo ese rollo que les pegaba el responsable era una tontería. ¿Cómo conseguir que comprendieran que en la empresa en que estaban eso era muy importante sin despedirlos? La clave la encontramos a partir de la creación de vínculos personales con los responsables. Les recomendé que se hicieran una ficha de cada persona que tenían en su equipo con datos personales que pudieran luego utilizar para crear esos vínculos. ¿Cuántos hijos tenían y dónde estaban? ¿De qué país eran? ¿Cuánto hacía que no estaban con su familia? ¿Cuál era su religión? Con estos datos sencillos empezamos a elaborar una estrategia de interés por las personas, no solo por el trabajo que hacían y eso debía llevar a los responsables a interesarse por la persona a partir de preguntas (Ya he hablado del poder mágico de las preguntas en otras ocasiones.), como por ejemplo ¿Cómo están tus hijos? ¿Cuándo irás a ver a tu familia? ¿Te ha afectado lo que ha ocurrido en tu país -en caso de que hubiera habido un suceso grave-? O por ejemplo felicitar a los que eran de origen chino el año nuevo chino, o a los que erean musulmanes el Ramadán. Esas simples preguntas hacían que los trabajadores se sintieran «vistos» no solo como trabajadores sino como personas y que a su vez, estos vieran a los responsables no solo como el que está obligado a pegarme el rollo sobre la seguridad, sino como el que se preocupa por mí y mi familia. Eso genera un vínculo que lo que conseguía es que esa persona se pusiera el casco, el arnés de seguridad o las botas, no porque de pronto pensara que eso era imprescindible, sino porque se lo había pedido alguien que se preocupaba por él. Ese vínculo era mucho más fuerte que la ley o el riesgo de un accidente.
Vamos a ver cómo puedes tu aprovechar el ejemplo para definir las cinco actitudes que te ayudarán a conseguir el interés de tus alumnos:
- Buen humor. Nadie se vicula emocionalmente en positivo con una persona que siempre está de mal humor y siempre está amargado. Tus alumnos aún menos. Ayúdales a vincularse con lo que tú haces porque encuentren en ti una persona con más experiencia que encima está siempre de buen humor, que es positiva, que siempre está dispuesta a sonreír ante un problema. Y sí, he dicho SIEMPRE. Nuestra labor es como la del payaso. Cada día que hay función -lo llamamos clase- tenemos que llevar nuestra mejor cara, nuestra sonrisa más impecable, aunque tengamos los mismos problemas que tiene todo el mundo. Si discutes con tu pareja, con tu jefe o con tu hijo y, a pesar de eso, se levanta el telón y tú estás en la función, sonríe y actúa. Te debes a tu público.
- Empatía. Ponte en el lugar de quien tienes en tu equipo. Lo que has preparado para esa persona, lo que le vas a pedir, lo que va a aprender, la forma cómo te relacionarás con ella, el tiempo que le dedicas, la atención que le prestas, la importancia con que lo has preparado, ¿te gustaría que las tuvieran contigo? Si la respuesta es sí, estás en el mejor camino posible; si la respuesta es no, cambia o lo notarán. Si no das lo mismo que tu exigirías, es que algo falla en la ecuación.
- Enfocarte a los objetivos. ¿Otra vez los objetivos? Sí, claro. Son la clave. No seas como un pollo sin cabeza, ni tú ni tus alumnos merecéis que os lidere un puñetero pollo descabezado que no sabe a dónde va. Así que decide siempre «para qué» haces algo, desde una actividad de diez minutos a un curso entero, déjalo claro siempre, que tus alumnos y tus equipos sepan «para qué» están haciendo lo que hacen y, en la medida de lo posible, muéstrales la utilidad de todo ello. Convéncelos como el experto que eres y entonces conseguirás que todos remen en la misma dirección. Míra la recomendación de la serie Merlí en que un profe hace muy práctica la asignatura de Filosofía, ¿de verdad tú no puedes hacer lo mismo con la tuya?
- Atrévete a ariesgar…. y comparte el riesgo con tus alumnos. Les encanta arriesgarse y si ven que a ti también te los pondrás en el bolsillo. Plantéate para la semana próxima una actividad distinta, que no hayas hecho nunca en cada materia y con cada grupo a los que les das clase. Diles que es un invento, que no sabes cómo saldrá, que luego querrás que la valoren y verás la atención que prestan a eso que es un invento.
- No hagas trampas. Deja claro lo que vas a valorar. Cuando te hablaba de los exámenes ta te decía que soy muy partidario de dejar clarísimo lo que vas a evaluar. ¿Evaluamos lo importante o jugamos al escondite? Diles siempre lo que pedirás, a lo que le darás valor y cómo lo vas a puntuar; explícales porqué lo haces así y para qué lo haces. Todas las cartas sobre la mesa, sin trampas ni trucos. Verás el efecto.
Todas estas actitudes no son para que seas el profe «majete» del curso, el «más enrollado». NO. Son para que seas el profe que mejor capta su interés y logra que sus alumnos obtengan los mejores resultados. Sé muy exigente, pero mucho mucho. Eso sí, sé igual de exigente con ellos que contigo.
Mírate este vídeo de una charla corta de Víctor Küppers en que justamente nos habla de la importancia de tu actitud en tu vida.
Jaume Josa, enero 2017